Consecuencias de la deshidratación.

El consumo inadecuado de agua durante el ejercicio o la actividad física afecta:

La regulación de la temperatura corporal.

La función cardiovascular. 

El metabolismo muscular.

Un desequilibrio en alguna de estas funciones afecta el rendimiento deportivo.

(Salas-Salvadó et al., 2020).

Consecuencias de la deshidratación.

Con una pérdida hídrica de tan solo el 1% del peso corporal hace que se eleve la temperatura de un 0.1°C hasta 0.23°C, lo que provoca un incremento en el trabajo cardiaco, así como la disminución del rendimiento físico. 

La persona puede tener:

  • Dolor intenso de cabeza.
  • Náuseas.
  • Irritabilidad.
  • Sudoración excesiva.

(Emén-Sánchez et al., 2017; Vega-Pérez et al., 2016).

Consecuencias de la deshidratación.

Con una pérdida hídrica de un 2% del peso corporal, la persona puede: 

  • Comenzar a sentir sed.
  • Sigue disminuyendo el rendimiento deportivo e intelectual.
  • Disminuir la atención, la memoria a corto plazo y la rapidez para realizar el ejercicio.

(Emén-Sánchez et. al., 2017).

Consecuencias de la deshidratación.

Con una pérdida hídrica de un 3% del peso corporal se pueden presentar:

  • Contracturas (contracción involuntaria del músculo). 
  • Calambres musculares.

Esta situación suele ser común en algunos deportes como el tenis o el fútbol en verano, ya que por el clima caluroso hay una mayor sudoración.

(Vega-Pérez et al., 2016).

Consecuencias de la deshidratación.

La pérdida hídrica de un 4% del peso corporal puede causar una disminución de la fuerza muscular, provocando un mayor esfuerzo para realizar el trabajo físico.

La pérdida hídrica de un 5% del peso corporal hace que la temperatura llegue a los 39°C, provocando una mayor disminución del rendimiento deportivo, agotamiento, falta de sudoración y aumento del riesgo de lesiones en el músculo y los tendones.

(Emén-Sánchez et al., 2017).

Consecuencias de la deshidratación.

Con una pérdida hídrica de un 6% del peso corporal, se alteran mecanismos de termorregulación, lo que puede provocar un golpe de calor que lleva a la muerte.

(Emén-Sánchez et al., 2017).

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